lunes, 11 de julio de 2011

¿Y tú.... ...Cuándo te vas al seminario?

 
Supongo que no soy el único joven católico al que se lo habrán dicho. 
Las personas cuando acostumbran a ver a una chico o chica comprometid@ con la Iglesia siempre se preguntan si estos serán posibles sacerdotes, religiosos o religiosas.
 
Cuanto mi experiencia.
Desde que hace casi cuatro años comenzará a ser un "católico prácticante", que en mi opinión no es otra cosa que comenzar a ser CATÓLICO. (En la próxima entrada comentaré porqué creo que un católico prácticante, sin querer juzgar a nadie, no está siendo un verdadero CATÓLICO con mayúsculas). 
Bueno, a lo que iba diciendo, desde que hace cuatro años comencé a ser un católico comprometido no han dejado de plantearme el dichoso tema.
"¿Eres seminarista?"
"¿Cuánto te vas para el seminario?"
"¿Quieres ser sacerdote?"
"¿Vas para cura?"
"¿Has oído la llamada?"
"Te veo cara de cura..."
"¿No te gustaría ir al seminario?"
De cientos de formas me han realizado la pregunta. Tengo que decir que en un principio (y en una continuación y en un después xD) me molestaba mucho que me la hicieran...
Pero últimamente me doy cuenta de que no hay por qué temer a la dichosa pregunta.
Porque, evidentemente, una posible vocación sacerdotal o religiosa no depende de la opinión de los demás.


La vocación es algo que Dios ha puesto en tu interior, ha pensado para tí desde toda la eternidad.
Podemos verlo en las Sagradas Escrituras:
""Antes que te formaras dentro del vientre de tu madre Yo te conocía y te consagré…" Jer. 1, 4)"


Sólo siguiendo nuestra vocación seremos realmente felices.
Por lo tanto si tu vocación es ser sacerdote o si tu vocación es formar una familia o dedicarte a la vida consagrada a la contemplación de Dios y a la oración por todo el mundo, es ahí dónde serás FELIZ. No serás tan feliz en ninguna otra.


Las vocaciones que el mundo ve como "tonterías", pueden llegar a ser las más FELICES, PRODUCTIVAS y BONITAS.
 
Porque lo de ser "cura" o "monjita" cuando te lo dice otro católico comprometido, es algo dicho de corazón, dicho con la esperanza del aumento de vocaciones; con el "Pedid al Señor de la mies que mande obreros a su mies". 
Pero cuando te lo dice alguien de fuera lo hace con intención de herir, de dañar. Menospreciando la importante labor de estas vocaciones.
Porque... ¿Qué hay de malo en ser sacerdote o religiosa? Más bien todo lo contrario.


El sacerdote es TESTIGO DEL TORRENTE DE LA GRACIA DE DIOS DERRAMADA EN EL MUNDO.
- Abre las puertas de la Iglesia administrando el sacramento del Bautismo. 
- Siempre, con humildad, sin orgullo, asumiendo que es un indigno servidor, tiene el gran honor, el GRANDÍSIMO HONOR de traer todos los días Jesucristo al mundo a través de la Eucaristía. Puede tocarlo con sus manos. Sus manos son las manos de Cristo, su voz es la voz de Cristo que dice "ESTO ES MI CUERPO" "ESTA ES MI SANGRE". Es "Otro Cristo" en la Tierra. 
- Es el consejero, hace de la voz paternal del Padre Misericordioso dando consejos en la dirección espiritual y administrando el perdón por el sacramento de la Penitencia.
 
- Contempla la unión indisoluble, el AMOR de los esposos que dejan a su padre y a su madre y se unen en una sola carne por el sacramento del Matrimonio, del que él es testigo.
- En el final de la vida, en la enfermedad, en los momentos difíciles es la voz que consuela,el administrador del consuelo y el amor de Cristo con los enfermos y moribundos mediante el sacramento de la Unción de Enfermos y prepara la llegada del difunto ante el Padre y el consuelo de la familia mediante la celebración del Entierro.


Las religiosas realizan una labor impagable en la educación, el cuidado de enfermos, ancianos y la ORACIÓN y la CONTEMPLACIÓN.
Que decir de todas aquellas religiosas que por amor a Dios y a los demás lo dejan todo y se dedican por entero al cuidado de enfermos con enfermedades incurables y contagiosas, al cuidado de ancianos, de enfermos mentales, a la enseñanza de jóvenes conflictivos, a las visitas a las cárceles....
Y, una labor que muchas veces no valoramos, la ORACIÓN.
Su rutina de vida ordenada y orientada a la ORACIÓN. Por tantas y tantas intenciones: Por los que viven alejados de Dios, por los jóvenes, por los sacerdotes, por los matrimonios y familias cristianas, por las vocaciones, por los pobres, los enfermos, los marginados, los ancianos,...

Entonces, si más bien es un honor el ser un sacerdote o una religiosa,... ¿Por qué avergonzarse de tener una posible vocación a ellos?


Ese es el primer paso. Todo católico comprometido debe abrirse a todo el abanico de posibilidades de la vocación de estado. No podemos "etiquetarnos" directamente en el estado del matrimonio, porque puede que no sea esa nuestra vocación.
Por eso no podemos cerrarnos.


Vale, nos hemos abierto y no tenemos ninguna vocación clara. ¿Qué hacemos?
Pues vida de ORACIÓN, por la ORACIÓN Dios nos irá guiando en nuestro caminar, el Espíritu Santo nos llevará hasta nuestra vocación.


Y mientras... En la indecisión de nuestra vocación de estado, sigamos con nuestros estudios, trabajos... Pero siempre abiertos. ABIERTOS a cualquiera de las vocaciones.
Teniendo presente unos puntos importantes:
  
* "Habla Señor que tu siervo escucha". - Con las palabras del niño Samuel en el Antiguo Testamento se resume lo escrito anteriormente. Actitud de apertura hacia la gracia de Dios para que Él haga su Historia en nuestra vida. 
* "Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera". - Así lo decía la Madre Maravillas de Jesús, así lo tenemos que repetir nosotros.
Y más aún cuando aparezca la cuestión sobre el sacerdocio, sobre la vida religiosa: "Será lo que Dios quiera" podemos responder o pensar.
* "Porque para Dios nada hay imposible". - Las palabras del Arcángel Gabriel a la Santísima Virgen. Creámonoslas. Repitamos ese FIAT, ese "Hágase". Nada hay imposible para Dios. Y si Dios quiere, es posible. No pensemos que una vocación es imposible de alcanzar, porque si es voluntad de Dios y para mayor gloria suya, la alcanzaremos.


En mi caso, en este momento estoy en esta actitud de espera. No tengo clara una vocación. No tengo novia. Debo estar abierto a cualquier vocación. De momento, Dios no me ha descubierto esa vocación a la que fui escogido desde toda la Eternidad. 
Pero abrirse ya es un paso.
Como dice mi confesor:
"¿Qué estoy llamado a formar una familia? Pues BENDITO SEA DIOS.
¿Qué estoy llamado al sacerdocio? Pues BENDITO SEA DIOS.
¿Qué estoy llamado a la vida religiosa? Pues BENDITO SEA DIOS."


DIOS. PRINCIPIO y FIN de todo es la salida y la meta, el inicio y el objetivo, el alfa y la omega.
 
Dejémonos inundar por su gracia y seguro nuestra vida llegará a la meta de la verdadera FELICIDAD.

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