lunes, 11 de julio de 2011

Comentario al Evangelio "¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!"

-- Esta entrada ha sido rescatada de un blog anterior. El Evangelio que se comenta es el del día 1 de Octubre del 2010 --

Lucas 10, 13-16
"Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado"
En aquel tiempo dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. T tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado".

En el Evangelio de hoy, 1 de Octubre, vemos como el Señor habla de las ciudades en las que, a pesar de haber hecho tantos milagros, no se han convertido. 
Jesucristo, lo que dijo hace dos mil años de "Si en Tiro y en Sidón se hubieran hechos los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido..." nos lo dice hoy a nosotros. 

"Si fulanito y menganito hubieran tenido la suerte de conocerme, de encontrarse conmigo como lo has hecho tú serían mejores que tú" 
Porque muchos que no se han encontrado con Cristo, que critican abiertamente a su Iglesia o católicos que no viven verdaderamente su fe no han tenido la suerte de conocer al Señor como nosotros lo hemos conocido. Quizás ellos no han tenido una educación cristiana como a lo mejor nosotros la hemos tenido, o no fueron a esa convivencia a ese encuentro en el que te diste cuenta de quién era Él...

Debemos de dar gracias por el don de la fe, por haber tenido las oportunidades que tenemos y aprovecharlas siendo verdaderos hermanos creyentes, poniendo todo lo que esté de nuestra parte amando a Dios sobretodo y al prójimo como a nosotros mismos.

¿Y tú.... ...Cuándo te vas al seminario?

 
Supongo que no soy el único joven católico al que se lo habrán dicho. 
Las personas cuando acostumbran a ver a una chico o chica comprometid@ con la Iglesia siempre se preguntan si estos serán posibles sacerdotes, religiosos o religiosas.
 
Cuanto mi experiencia.
Desde que hace casi cuatro años comenzará a ser un "católico prácticante", que en mi opinión no es otra cosa que comenzar a ser CATÓLICO. (En la próxima entrada comentaré porqué creo que un católico prácticante, sin querer juzgar a nadie, no está siendo un verdadero CATÓLICO con mayúsculas). 
Bueno, a lo que iba diciendo, desde que hace cuatro años comencé a ser un católico comprometido no han dejado de plantearme el dichoso tema.
"¿Eres seminarista?"
"¿Cuánto te vas para el seminario?"
"¿Quieres ser sacerdote?"
"¿Vas para cura?"
"¿Has oído la llamada?"
"Te veo cara de cura..."
"¿No te gustaría ir al seminario?"
De cientos de formas me han realizado la pregunta. Tengo que decir que en un principio (y en una continuación y en un después xD) me molestaba mucho que me la hicieran...
Pero últimamente me doy cuenta de que no hay por qué temer a la dichosa pregunta.
Porque, evidentemente, una posible vocación sacerdotal o religiosa no depende de la opinión de los demás.


La vocación es algo que Dios ha puesto en tu interior, ha pensado para tí desde toda la eternidad.
Podemos verlo en las Sagradas Escrituras:
""Antes que te formaras dentro del vientre de tu madre Yo te conocía y te consagré…" Jer. 1, 4)"


Sólo siguiendo nuestra vocación seremos realmente felices.
Por lo tanto si tu vocación es ser sacerdote o si tu vocación es formar una familia o dedicarte a la vida consagrada a la contemplación de Dios y a la oración por todo el mundo, es ahí dónde serás FELIZ. No serás tan feliz en ninguna otra.


Las vocaciones que el mundo ve como "tonterías", pueden llegar a ser las más FELICES, PRODUCTIVAS y BONITAS.
 
Porque lo de ser "cura" o "monjita" cuando te lo dice otro católico comprometido, es algo dicho de corazón, dicho con la esperanza del aumento de vocaciones; con el "Pedid al Señor de la mies que mande obreros a su mies". 
Pero cuando te lo dice alguien de fuera lo hace con intención de herir, de dañar. Menospreciando la importante labor de estas vocaciones.
Porque... ¿Qué hay de malo en ser sacerdote o religiosa? Más bien todo lo contrario.


El sacerdote es TESTIGO DEL TORRENTE DE LA GRACIA DE DIOS DERRAMADA EN EL MUNDO.
- Abre las puertas de la Iglesia administrando el sacramento del Bautismo. 
- Siempre, con humildad, sin orgullo, asumiendo que es un indigno servidor, tiene el gran honor, el GRANDÍSIMO HONOR de traer todos los días Jesucristo al mundo a través de la Eucaristía. Puede tocarlo con sus manos. Sus manos son las manos de Cristo, su voz es la voz de Cristo que dice "ESTO ES MI CUERPO" "ESTA ES MI SANGRE". Es "Otro Cristo" en la Tierra. 
- Es el consejero, hace de la voz paternal del Padre Misericordioso dando consejos en la dirección espiritual y administrando el perdón por el sacramento de la Penitencia.
 
- Contempla la unión indisoluble, el AMOR de los esposos que dejan a su padre y a su madre y se unen en una sola carne por el sacramento del Matrimonio, del que él es testigo.
- En el final de la vida, en la enfermedad, en los momentos difíciles es la voz que consuela,el administrador del consuelo y el amor de Cristo con los enfermos y moribundos mediante el sacramento de la Unción de Enfermos y prepara la llegada del difunto ante el Padre y el consuelo de la familia mediante la celebración del Entierro.


Las religiosas realizan una labor impagable en la educación, el cuidado de enfermos, ancianos y la ORACIÓN y la CONTEMPLACIÓN.
Que decir de todas aquellas religiosas que por amor a Dios y a los demás lo dejan todo y se dedican por entero al cuidado de enfermos con enfermedades incurables y contagiosas, al cuidado de ancianos, de enfermos mentales, a la enseñanza de jóvenes conflictivos, a las visitas a las cárceles....
Y, una labor que muchas veces no valoramos, la ORACIÓN.
Su rutina de vida ordenada y orientada a la ORACIÓN. Por tantas y tantas intenciones: Por los que viven alejados de Dios, por los jóvenes, por los sacerdotes, por los matrimonios y familias cristianas, por las vocaciones, por los pobres, los enfermos, los marginados, los ancianos,...

Entonces, si más bien es un honor el ser un sacerdote o una religiosa,... ¿Por qué avergonzarse de tener una posible vocación a ellos?


Ese es el primer paso. Todo católico comprometido debe abrirse a todo el abanico de posibilidades de la vocación de estado. No podemos "etiquetarnos" directamente en el estado del matrimonio, porque puede que no sea esa nuestra vocación.
Por eso no podemos cerrarnos.


Vale, nos hemos abierto y no tenemos ninguna vocación clara. ¿Qué hacemos?
Pues vida de ORACIÓN, por la ORACIÓN Dios nos irá guiando en nuestro caminar, el Espíritu Santo nos llevará hasta nuestra vocación.


Y mientras... En la indecisión de nuestra vocación de estado, sigamos con nuestros estudios, trabajos... Pero siempre abiertos. ABIERTOS a cualquiera de las vocaciones.
Teniendo presente unos puntos importantes:
  
* "Habla Señor que tu siervo escucha". - Con las palabras del niño Samuel en el Antiguo Testamento se resume lo escrito anteriormente. Actitud de apertura hacia la gracia de Dios para que Él haga su Historia en nuestra vida. 
* "Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera". - Así lo decía la Madre Maravillas de Jesús, así lo tenemos que repetir nosotros.
Y más aún cuando aparezca la cuestión sobre el sacerdocio, sobre la vida religiosa: "Será lo que Dios quiera" podemos responder o pensar.
* "Porque para Dios nada hay imposible". - Las palabras del Arcángel Gabriel a la Santísima Virgen. Creámonoslas. Repitamos ese FIAT, ese "Hágase". Nada hay imposible para Dios. Y si Dios quiere, es posible. No pensemos que una vocación es imposible de alcanzar, porque si es voluntad de Dios y para mayor gloria suya, la alcanzaremos.


En mi caso, en este momento estoy en esta actitud de espera. No tengo clara una vocación. No tengo novia. Debo estar abierto a cualquier vocación. De momento, Dios no me ha descubierto esa vocación a la que fui escogido desde toda la Eternidad. 
Pero abrirse ya es un paso.
Como dice mi confesor:
"¿Qué estoy llamado a formar una familia? Pues BENDITO SEA DIOS.
¿Qué estoy llamado al sacerdocio? Pues BENDITO SEA DIOS.
¿Qué estoy llamado a la vida religiosa? Pues BENDITO SEA DIOS."


DIOS. PRINCIPIO y FIN de todo es la salida y la meta, el inicio y el objetivo, el alfa y la omega.
 
Dejémonos inundar por su gracia y seguro nuestra vida llegará a la meta de la verdadera FELICIDAD.

miércoles, 29 de junio de 2011

Amor a la Eucaristía (IV)

En esta última entrada sobre la Eucaristía quiero poner todas las reflexiones de Web Católico de Javier sobre el Santísimo Sacramento. Son cortitas y fáciles de leer.

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MISTERIO DE FE"El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y yo en él( .. ) Sin embargo hay algunos que no creen( .. ) Por eso os he dicho que ninguno puede venir a Mí si no te fuera dado por el Padre" (Jn 6, 56, 64-65)
 


"Oiga, no tengo fe", me decía preocupado y contrariado un chaval. Al preguntarle por la causa de esa inesperada afirmación, contestó: - Porque cuando estoy delante del sagrario no siento nada y no acabo de ver ahí a Jesucristo.

No. No es eso la fe. La fe no es SENTIR, ¡ es ASENTIR¡ ¡decir con la cabeza que crees eso! La fe es un regalo de Dios por el que yo afirmo con mi cabeza (aunque no lo vea y no lo entienda) que lo que Dios dice es verdad; ¿Cómo no va a ser verdad si Él ha hecho todo?
"La presencia de Jesús en la Eucaristía, bajo dimensiones tan pequeñas y en tantos lugares a la vez, parece plantear dos aparentes dificultades: ¿Cómo puede un cuerpo humano estar presente en un espacio tan pequeño?, y ¿cómo puede un cuerpo humano estar en varios lugares a la vez? Estas dificultades, claro está, son sólo aparentes. Dios lo hace, luego puede hacerse. Hay que recordar que Dios es el autor de la naturaleza, el Amo y Señor de la creación. Las leyes físicas del universo fueron establecidas por Dios, y Él puede suspender su acción si lo desea, sin que cueste un esfuerzo a su poder infinito" (Jesús Martínez, "Hablemos de la fe).

Si has hecho el Camino de Santiago a pie o en bicicleta, cuando se deja la provincia de León y se sube el puerto del Poio, se pasa por la Capilla de Cebreiro, donde una tradición muy fuerte, corroborada por fuentes históricas y arqueológicas, sostiene lo que sigue. Un monje celebraba Misa un día de gran tempestad: lluvia, viento, frío.

Y un paisano de Baxamaior, pueblecito al pie de esa montaña, sube el puerto para oír la Misa. El monje celebrante, de poca fe, menosprecia el sacrificio del campesino, como pensando: ¡qué exagerado! ¡con el tiempo que hace... y viene a Misa desde allá abajo! En el momento de la consagración el monje percibe cómo la Hostia se convierte en carne sensible a la vista, y el vino del Cáliz en sangre, que hierve y tiñe los corporales con la sangre.

Dame, Dios mío; una fe grande. Yo comeré la Carne de Cristo con cariño y frecuencia para que permanezcas y crezcas en mí. Pero Tú dame una fe más grande: que esté convencido de que vale la pena hacer cualquier esfuerzo por mi parte para poder estar contigo físicamente junto al Sagrario, o recibirte. Quiero visitarte todos los días un momento. Y cuando pase junto a una Iglesia quiero siempre saludarte, al menos con el corazón, desde fuera, diciéndote "Hola".

 PRESENCIA REAL

"Discutían entre los judíos diciendo: ¿cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: en verdad, en verdad os digo, que si no coméis la carne del hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo lo resucitaré el último día." (Jn 6, 52-53)

S. Lewis, es un escritor británico al que se le muere su mujer, Hellen, de la que estaba profundamente enamorado. Sus    primeros días y semanas como viudo son tremendamente duros para él: vacío, soledad, impotencia, recuerdos, amor y fe. ¡Cuánto echa de menos a su mujer! Y se da cuenta de que ahora a su mujer sólo la tiene en imágenes: en imágenes de fotografías que conserva en casa, o en imágenes que guarda en el pensamiento. Y que esas imágenes no son Hellen. Esas imágenes le consuelan poco, porque lo que él necesita es a Hellen, y no imágenes de ella; esas imágenes no tienen importancia en sí mismas. Y escribe que al día siguiente por la mañana, un cura le hará comulgar una Hostia fría, pequeña, redonda e insípida. Y se pregunta si es una desventaja, o acaso en cierto modo una ventaja, que esa Hostia no se parezca nada a lo que realmente es esa Hostia. Y expresa con fuerza: "necesito a Jesucristo y no a nada que se te parezca. Quiero a Hellen y no a nada que se le asemeje a ella".

Tenemos a Jesucristo en el Sagrario; aunque la Hostia no se parece a Él, es Él. Lo que tiene importancia es que la Hostia es Cristo, y lo de menos es que la Hostia se parezca a Cristo.

Santa Teresa afirma sin dudar, que es una gran ventaja que en la Hostia no aparezca Jesucristo en toda su grandeza: "Además, si viéramos tan gran majestad, ¿cómo se atrevería una pecadorcilla como yo, que tanto le he ofendido, a estar tan cerca de Él?" De hecho cuenta que cuando se acercaba a comulgar, a veces "se me erizaban los pelos y todo parecía que me aniquilaba". "¡Quién se atrevería, si le viéramos con tan gran majestad, a acercarse a Él con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones!" Y reza: "¡Oh, Señor mío! Si no encubriérais vuestra grandeza ¿quién se atrevería a ir tantas veces, cosa tan sucia y miserable con tan gran majestad?".

Jesús, es a Ti a quien necesito, y eres Tú quien está en el sagrario. No me importa que no se parezca la Hostia a tu persona: es más, mejor que no se parezca. Creo, pero quiero creer más: que me dé cuenta, que sea consciente de que estás vivo, esperándome, escuchándome, apoyándome, animándome, orientándome... en el sagrario. Y gracias.

CUIDARLE COMO MERECE

"Sin mí no podéis nada" (Jn 15, 5)

Un famoso arquitecto protestante fue a ver una iglesia católica nueva, interesado por el valor artístico. Dado que el párroco no estaba en casa se sirvió del monaguillo para que le enseñara el templo. Al pasar por delante del altar en que se guarda el Santísimo, el chico hizo una genuflexión:
Oye, ¿por qué haces eso?
Y el chico expuso como pudo la doctrina católica sobre la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

- Entonces, ¿tú crees que Dios está real y verdaderamente presente en el tabernáculo?

La respuesta fue afirmativa:

- ¡Caramba! Si yo supiera que esto es cierto, andaría de rodillas por toda la iglesia."
- Por supuesto que no vamos a andar arrodillados por las iglesias u oratorios, pero sí podemos darnos más cuenta de quién vive allí, de quién es ese lugar: porque allí vive Dios, ¡ nada más y nada menos!

Que cuando entremos en la Iglesia nuestra primera mirada vaya al sagrario. Que las primeras palabras se las digamos a Él. Que cada vez que pasemos ante el Sagrario hagamos una genuflexión bien hecha: la rodilla derecha en el suelo, mientras con los ojos se le mira y con el corazón se le dice algo. Que nos movamos por allí con respeto.

Porque allí vive Dios, en la iglesia no hablamos en voz alta, ni comemos, ni fumamos, ni nos sentamos directamente en el banco al llegar, sino que le saludamos antes poniéndonos un momento de rodillas, ...

Porque allí vive Dios, cuidamos el modo de vestir, ponemos flores, colaboramos todos para que el edificio se mantenga lo mejor posible, procuramos que haya arte, ... Y cuando nos acercamos al altar hacemos una buena genuflexión, porque adoramos a Jesucristo que está realmente en el Sagrario.

¿Cómo estás en la Iglesia? ¿Tratas a Dios con reverencia? ¿Tienes un santo temor de Dios, por tratar a Dios como se merece? ¿o a veces se podría decir que estás en la Iglesia como en un salón de actos, como en el cine?
 
Sin Ti, Señor, no puedo nada, Pero te tenemos tan cerca, con nosotros, ¡tan a nuestro alcance! Siempre que algo me preocupe, o me alegre, quiero sentir la necesidad de acudir a Ti, de acercarme a un sagrario, en cuanto me sea posible, y hablar de eso contigo. Y allí los dos a solas, Tú y yo, preguntarte, contarte, pedirte, reír, llorar, agradecerte, ... María y San José, que le tratásteis, con tanto cariño a Jesús: ayudadme a cuidarle yo en el sagrario; a veces me despistaré y me puedo olvidar de que le tengo ahí cerca: llevadme vosotros a Él. Gracias.

SENTIRSE AMADO

Viene a mi memoria -escribía San Jose María Escrivá de Balaguer- una encantadora poesía gallega, una de esas Cántigas de Alfonso X el Sabio. La leyenda de un monje que, en su simplicidad, suplicó a Santa María poder contemplar el Cielo, aunque fuera por un instante. La Virgen acogió su deseo, y el buen monje fue trasladado al paraíso. Cuando regresó, no reconocía a ninguno de los moradores de su monasterio: su oración, que a él le había parecido brevísima, había durado tres siglos. Tres siglos no son nada, para un corazón amante. Así me explico yo esos dos mil años de espera del Señor en la Eucaristía. Es la espera de Dios, que ama a los hombres, que nos busca, que nos quiere tal como somos limitados, egoístas, inconstantes, pero con la capacidad de descubrir su infinito cariño y de entregarnos a Él enteramente."

¡Veinte siglos esperando! Se dice pronto, pero... eso no lo hace cualquiera. Es importante sentirse amado por Dios cuando estamos delante de Jesús Sacramentado.

¡Qué bien se está junto al Sagrario cuando se ve su amor, cuando uno sabe que Él le estaba esperando. "Os diré -continúa el autor- que para mí el sagrario ha sido siempre Betania, el lugar tranquilo y apacible donde está Cristo, donde podemos contarle nuestras preocupaciones, nuestros sufrimientos, nuestras ilusiones, nuestras alegrías, con la misma sencillez y naturalidad con que le hablaban aquellos amigos suyos, Marta, María y Lázaro."

Y por otro lado, que Él se sienta amado por ti, especialmente cuando comulgas. Mira lo que dice el evangelio: "No deis las cosas Santas a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y revolviéndose os despedacen " (Mt 7, 6).

La Iglesia ha aplicado estas palabras de Jesús a la administración de los sacramentos, y de modo singular a la Eucaristía: debemos recibirle bien preparados, dignamente.

Para comulgar es preciso estar bautizado, darse cuenta de lo que se hace y estar en gracia de Dios. Y la Iglesia nos pide que guardemos una hora de ayuno. Si cumplimos estas condiciones podemos recibir dignamente y con fruto la Eucaristía.

Y si no estamos en gracia de Dios, no debemos comulgar. Escribe un poeta: "Soy el pan de los ángeles. Y pobre del que me reciba en pecado como Judas. Soy la muerte en la boca, soy el infierno en el vientre de aquel despavorido" (Ibáñez Langlois).

Pero ese es el mínimo. Es bueno que nos preparemos lo mejor posible para un encuentro tan íntimo con Dios dentro de mí.

"Por eso, escribe Santa Teresa; pienso que si nos acercamos al Santísimo Sacramento con gran fe y amor, que una vez bastaría para hacernos ricas, ¡cuánto más recibiéndole tantas veces!, pero parece que nos acercamos a Él por cumplido y así nos luce tan poco".

Quiero, Jesucristo, acudir perseverantemente ante el sagrario, físicamente o con el corazón, para sentirme seguro, para sentirme sereno: pero también para sentirme amado.., ¡y para amar!


Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.


ALIMENTO

"Sin mí no podéis nada " (Jn 15, 5)
"Danos hoy nuestro pan de cada día" (Mt 6, 11)

Imagínate un viaje en el que tienes que recorrer, como en todos los viajes, un camino. Pero resulta que ese camino no es de tierra, ni de carretera asfaltada, ni de piedras: es un camino de tiempo. No andas metros, sino que andas tiempo. Al cabo de un rato de empezar ese viaje, en vez de encontrar señales indicando los kilómetros que has andado, te indican que has andado horas, días, años,... Pues eso es la vida: un viaje que no para. Todos, por eso, estamos de viaje.

La vida es un viaje, sí; pero ¿a dónde se viaja? A la otra vida, donde ya no hay tiempo y que ya es una vida para siempre. Los cristianos sabemos que estamos de viaje hacia el Cielo.

Pues bien: La Iglesia nos dice que la Eucaristía es panis viatorum, el pan de los que están de viaje. En este viaje largo hacia el Cielo el alimento que tenemos es la Eucaristía.

Los ciclistas, en ciertos puntos de las etapas largas, tienen un AVITUALLAMIENTO, donde les dan alimento, comida, para poder continuar. Si no lo hacen así pueden tener una "pájara". Así los cristianos en este largo viaje de tiempo, para poder vivir como cristianos, para poder amar, perdonar, vencer en las luchas, etc... necesitamos comer a Cristo.
 Teresa de Calcuta decía que el trabajo que hacen las misioneras de la Caridad es muy duro: todo el día entre los más pobres de entre los pobres. Cuando le preguntan que cómo pueden aguantar dice que la fuerza la toman cada mañana adorando a Jesús en la Eucaristía, la Misa y la Comunión. "Si no fuese por eso, dice, no podríamos aguantar".

Jesús, estoy de viaje hacia el Cielo: llevo ya años, no sé cuántos me quedarán. Pero sí sé que Tú eres mi alimento. Procuraré comulgar con frecuencia para tener vida eterna, más gracia, más fuerza y así llevar un paso fuerte y seguro. Y si alguna vez me da la pájara... ya sé por qué es y qué tengo que hacer. Gracias, Señor, porque eres mi Dios y te has hecho mi Pan, el Pan de mi alma. Gracias.

LO TENEMOS AHÍ AL LADO

Cuenta el evangelio que un día de los que salió Jesús con algunos de sus discípulos en barca por el gran lago de Genesaret, Jesús se quedó dormido a bordo. Cambió el viento, y se levantó una violenta tempestad, tan grande que los discípulos se pusieron bastante nerviosos: aquellas olas amenazaban con volcar la pequeña embarcación. Tan cansado estaba Jesús que sigue dormido. Los discípulos hacen lo que pueden, pero al final, ya casi paralizados por el miedo, parece que se dan cuenta de que allí al lado tienen a Jesucristo, y le despiertan: ¡Jesús, despierta, que morimos! Se levanta, ordena la calma, y les dice: ¡hombres de poca fe!

Todos los pasajes del evangelio se repiten hoy día. Cuántas veces nos ponemos nerviosos ante situaciones concretas, y nos cuesta darnos cuenta de que tenemos a Jesucristo a nuestro lado, realmente presente en los Sagrarios. Y nos cuesta acudir a Él llenos de fe. Aceptamos y creemos que está en la Eucaristía, pero a veces queda como una verdad teórica, y no influye en nuestras vidas: no sentimos su seguridad, su compañía, su presencia.

Auméntanos, Señor, la fe. Que te sepamos siempre a nuestro lado. Que recurramos a Ti espontáneamente. Sé siempre Tú nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestro apoyo, nuestro "paño de lágrimas", nuestro Dios cercano, nuestro Amigo, nuestro Médico, nuestro Maestro, nuestra seguridad.
Gracias.



martes, 28 de junio de 2011

Amor a la Eucaristía (III)

Hoy quiero ser breve...
Sería muy bueno considerar que si muchas veces nos lamentamos porque ocurren sacrilegios en nuestras Parroquias: Robos de copones, profanaciones... Igual de malo es cuando comulgamos en pecado mortal.
Nunca iríamos a ver a una persona importante o incluso a la fiesta de un amigo muy querido con el traje sucio, roto y manchado de barro...
Así es como vamos cuando estamos en pecado.
 
Nuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo, somos Custodias Vivas, Sagrarios Vivos cuando comulgamos.
Somos similares a la Virgen María llevando a Jesucristo dentro de nosotros.
Entonces... Si la Virgen María fue preservada de todo pecado para llevar a Jesús en su vientre... ¡Cuanto más deberíamos nosotros confesarnos antes de comulgar!.

San Pablo dice claramente que "Quien come y bebe el Cuerpo y la Sangre del Señor indignamente, come y bebe su propia condenación".
Porque cometemos un pecado muy grande, el pecado de sacrilegio.

Por favor... No comulguemos en pecado. ¡A confesarse antes!
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Y ahora... La reflexión de Web Católico de Javier sobre la Eucaristía.

 LA INSTITUCIÓN.

"Mientras cenaban, Jesús tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad y comed, esto es mi Cuerpo. Y, tomando el Cáliz y habiendo dado gracias, se lo dio diciendo: Bebed todos de él; porque ésta es mi sangre de la nueva alianza" (Mt 26, 26-28)

San Juan Bosco tenía una especial devoción a María Auxiliadora. El día de su fiesta organizó con ilusión y mucho esfuerzo una Misa con los chavales que conocía. La Iglesia estaba llena de muchachos: seiscientos, que iban a comulgar. Estaba preparado un gran copón lleno de Hostias, que Don Bosco iba a consagrar en la Misa. Pero el sacristán se olvidó de llevarlo al altar. Habiendo pasado ya el momento de la consagración, es cuando se da cuenta de que no lo ha llevado. Ahora, su distracción no tiene remedio. ¿Qué va a ocurrir, Señor? ¿qué desilusión tendrán esos centenares de muchachos que se apretaban en el pasillo central dirigiéndose a comulgar? Ellos no saben nada y van llegando al comulgatorio; Don Bosco tampoco lo sabe. Abre el sagrario y sólo encuentra un pequeño copón con unas pocas Hostias. Mira bien en el Sagrario pero ya ve que no hay nada más. En seguida comprende que su sacristán se ha olvidado de llevarlas. Alza los ojos al cielo, y le dice así a la Virgen:
 
- Señora, ¿vas a dejar a tus hijos que vuelvan sin comulgar?.Toma el coponcito, y empieza a dar la comunión. Y aquellas pocas Hostias se Multiplican. El sacristán, asombrado, asiste al prodigio: se le salían los ojos de sus órbitas. Cuando termina la Misa muestra a Don Bosco el copón que se había olvidado en la sacristía:
- ¿Cómo ha podido dar la comunión a todos, con tan pocas Hostias? ¡Es un milagro, señor Don Bosco! ¡Un milagro que ha hecho usted!

-¡Bah! -dice Don Bosco con indiferencia. Junto al milagro de la transustanciación, que obra el sacerdote al consagrar, el de la multiplicación de las Hostias es insignificante... Además, lo ha hecho María Auxiliadora.

Es verdad: el milagro que ocurre cada día en la consagración es más grande que el de la multiplicación de las Hostias de Don Bosco. Jesucristo no dejó lugar a dudas: ESTO ES MI CUERPO; esto, que sigue pareciendo pan, ya no es pan: es mi Cuerpo.

La transustanciación es el milagro que ocurre en la consagración: el pan deja de ser pan aunque siga pareciendo pan; solo cambia la sustancia, lo que es y no se ve.

- ¿Y cómo puede el sacerdote hacer todos los días ese milagro? Porque Jesús mandó a los Apóstoles "Haced esto en memoria mía" mandó que repitieran esa acción sagrada. Y como no manda imposibles, les dio el poder para cambiar el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Y los Apóstoles confirieron ese poder sacerdotal a otros hombres, y así generación tras generación hasta los sacerdotes de hoy.

Creo, Jesucristo, pero ayúdame a creer más. Quiero asistir a la Misa, a partir de hoy, con una fe mucho más grande. Concédemelo Tú. Y que sepas que me duelen las veces que he asistido con indiferencia, con poca atención o cariño, con rutina. Me duelen todos mis pecados. Te pido perdón ahora. (Puedes hacer el propósito de mirar fijamente el Cuerpo de Cristo en la Misa, cada vez que el sacerdote lo muestra a los asistentes, especialmente cuando lo alza en la Consagración).

lunes, 27 de junio de 2011

Amor a la Eucaristía (II)

 
Ayer se celebraba la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo en España. El Corpus Christi.
En esta fiesta, yo creo que sería muy recomendable que todo católico fuera a ver la procesión del Corpus. Y, en ocasiones, hasta se puede hacer el recorrido completo.
¿Por qué?
Porque así estamos amando a Dios, adorándole, pasando un rato con Él en oración.
Porque es una manifestación de nuestra fe. Más que en ninguna otra procesión. Porque en esta está el mismo Dios. Es Jesucristo. Su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.
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Pero, por supuesto, nuestra adoración no puede ser sólo de un día.
Tenemos que comenzar a descubrir el valor de la Eucaristía.
Leí hace algunos días una homilía que decía "Si comprendiéramos lo que significa la Eucaristía nos enamoraríamos de ella".
¡Y tiene razón! Estaríamos constantemente visitando al Señor en el sagrario. Caeríamos de rodillas dando gracias, pidiendo, charlando como quien habla con cualquier amigo.
Iríamos a la Santa Misa todos los días que pudiéramos. Y en ella no seríamos sólo espectadores, sino que participaríamos conscientes de lo que allí está ocurriendo. La Palabra nos enseñaría y "Pan vivo bajado del cielo" nos fortalecería. Aprenderíamos a -como decía aquella homilía- "ofrecernos con la hostia inmaculada, no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él".
 
Pero... Que abandonado está el Señor en tantos y tantos sagrarios del mundo.
Lo peor, es que el Señor no nos necesita. Él ha querido hacerse comida por nosotros. Ha querido necesitar de nosotros. Pero en el fondo, no nos necesita. Nosotros lo necesitamos a Él. No podemos vivir sin Él.
Él es nuestro ALIMENTO, nuestro REFUGIO. Él es el Señor.
"Nos has hecho, Señor para tí, y nuestro alma está inquieta hasta que descanse en tí."
Y el sagrario ha de ser nuestro descanso. Si tenemos una Iglesia cerca, allí debería ser dónde visitáramos al Señor. Dónde le confiáramos todas nuestras dificultades, que Él, bondadoso Señor, escucharía.
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Pero, si no nos damos cuenta de esto, si nunca pensamos en el sagrario, en la Eucaristía. Debemos llegar al punto de hacernos una importante pregunta: ¿De verdad creo que Jesús está en el Sagrario? ¿De verdad creo que el Señor baja en la consagración y por medio del milagro de la transustanciación hace que el pan y el vino se conviertan en su Cuerpo y en su Sangre?

Cuentan de una mujer que durante la procesión del Corpus exclamó en un pueblo (En el que el Santísimo Sacramento iba en un paso y que la custodia era una especie de edificio de plata): "¡Desde luego! Cada vez procesiónan cosas más raras... Diiigo... Ese montón de hierros pasearlo por la calle..."
 
Hace tiempo, robaron de madrugada en una Parroquia cercana el sagrario con dos copones repletos de Hostias Consagradas en su interior.
- Los medios de comunicación dieron más importancia al robo de uno de los enseres de la cofradía de la Parroquia que al robo de los dos copones.
-Todo el pueblo se volcó con la Cofradía, muy pocos se interesaron por el robo del Sagrario.
Tan sólo una persona demostró su aflicción: El párroco. En la Misa de la tarde se encontraba descompuesto, con la tensión por las nubes, llorando a lágrima viva...
Sólo repetía las palabras de la Magdalena "Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto".

Y algunos parroquianos decían "¡Que exagerado el cura! Repitiendo las palabras de la Magdalena... ¡Ni que fuera para tanto!"
No es cuestión de juzgar a esos parroquianos... Nosotros podríamos llegar a decir lo mismo, sin pararnos a pensar. ¿Dónde está la clave para no llegar a eso?
¡Adoremos a la Eucaristía! ¡Adoremos al Señor! ¡Alabado sea Jesús Sacramentado!
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A lo largo de estos días quiero ir poniendo algunas reflexiones sacadas de Web Católico de Javier sobre el Corpus Christi:
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LA FIESTA DEL CORPUS CHRISTI
"Esto es mi Cuerpo" (Mt 26,26)

Hoy fijamos con más atención nuestra mirada en la Sagrada Hostia, donde Jesús está. Y estamos de fiesta porque es una suerte, un regalo de Dios tener a Jesucristo tan cerca realmente, a nuestro lado; y es una suerte, un regalo ver cuánto nos quiere Dios: hasta el punto de quedarse real y físicamente, bajo los accidentes del pan y del vino. ¡Dios que se hace pan!... ¡para estar cerca de mí! ¡y para alimentarme a mí!
Un día de verano mientras celebraba la Misa un padre agustino, una mosca revolotea alrededor del cáliz, que está sin cubrir. Aunque el sacerdote aleja la mosca con la mano, ésta vuelve una y otra vez hacia el cáliz, posándose en él de vez en cuando. La mosca es tan insistente, que acaba por distraer a todos. 
 
Cuando termina la Misa, el sacerdote se dirige a los asistentes: quizás os hayáis distraído, pero yo pensaba que todos nosotros deberíamos ser como esa mosca; buscar la Sangre de Cristo, su cercanía, una y otra vez, con insistencia.

Dile al Señor que durante estos días quieres ser como esa mosca: revolotear a su alrededor. Y aunque las actividades del día te alejen de Él físicamente, que te ayude a llevar tu cabeza hacia los sagrarios muchas veces cada día. ¡Búscale!, búscale muchas veces en el sagrario durante estos días.

Gracias, Dios mío, por amarme tanto. Lógico que me ames porque soy tu hijo. Pero... ¡que hayas hecho la locura de hacerte Pan! Y ¿cómo te tratamos los hombres? ¿cómo te trato yo? Señor, quiero visitarte, adorarte más,... Y perdona si hasta ahora no te he hecho el caso que debería. Gracias.


domingo, 29 de mayo de 2011

¡He vuelto!

Hola a todos
Nuevamente, ¡Feliz Pascua de Resurrección! (Que no se nos olvide que seguimos en Tiempo Pascual hasta Pentecostés. ¡Aleluya! ¡Cristo ha Resucitado!)
Tengo tantas cosas que me gustaría escribir... Reflexiones que pasan por nuestro corazón y que luego si no las escribimos, pueden perdérsenos. Espero no perderlas, espero que me de tiempo a ponerlas aquí. =)
Bueno, dejé el blog hablando de la Eucaristía.
EL MAYOR SACRAMENTO. EL MAYOR ACTO DE AMOR QUE SUCEDE A DIARIO EN EL UNIVERSO.
Y muchas veces no lo apreciamos.

De momento, os dejo que una canción que hoy mismo he descubierto, es preciosa. =)

domingo, 8 de mayo de 2011

Amor a la Eucaristía (I)

Ando hoy reflexionando sobre la Eucaristía.
 
Yo creo que la Eucaristía y la Penitencia son los sacramentos en los que más se demuestra el Amor de Dios a los hombres. 
Si en la Penitencia vemos la infinita misericordia de Dios, en la Eucaristía vemos su extrema humildad. 
La humillación de hacerse comida, pan y vino, alimento de pecadores. 
La soledad en la que está durante la noche en las que está sólo en el Sagrario.
El riesgo al que se expone, porque por muchas barreras que los cristianos pongamos, siempre hay un riesgo de sacrilegio. Del que comulga en pecado mortal, de los ladrones, de los inconscientes que no conocen el valor del Santísimo Sacramento...

Por eso, Dedicaré los próximos días a contar algunos testimonios sobre la Eucaristía. Los testimonios serán míos propios o algunos que circulan por Internet.

Comienzo contando dos experiencias... Las dos han sucedido en el mes de Mayo. Todos sabemos que en España este mes es el de las Primeras Comuniones. 
Dejo a un lado el tema del negocio y de la falta de amor a Jesucristo Eucaristía; algo paradójico cuando tendría que ser el mes en el que más se valorara la Eucaristía, viendo como lo reciben por primera vez los más pequeños. Trataremos otro día ese tema, ahora comienzo narrando, porque me voy entreteniendo y todavía no he contado nada.
 
1º Experiencia.
Contexto:
Mayo de 2010
Primeras Comuniones en mi Parroquia.
Tengo la suerte de acolitar en Misa frecuentemente. (Aunque yo diría que ya se me pasó la edad de monaguillo, todavía hago este servicio porque no hay nadie disponible para hacerlo. Todo un honor.)
Bien, pues cuando los fieles se dirigen a que el sacerdote les de la comunión, veo como una señora recibe la Sagrada Forma en la boca y dirigiéndose por el pasillo central de la Parroquia se saca un trozo y se lo da a su hijo pequeño, que lo coge con la mano y se lo come (a.D.g.).
Creo que me arrepentiré toda la vida de no haberme levantado y no haber parado a esa señora. 
2º Experiencia:
Contexto: 
Hoy mismo, 8 de Mayo del 2011
Primeras Comuniones en mi Parroquia.
El sacerdote les da la comunión a los niños bajo las dos especies (Se entiende con la especie del pan y la especie del vino). Uno de ellos no soportó el sabor del vino y vomitó la Sagrada Forma. 
Por supuesto, una catequista cogió la forma y después el sacerdote puso la Forma en agua, se disolvió y el agua se echó en una maceta. (Esto es lo que se debe de hacer en estos casos).
 
Hoy os invito a que valoremos este Amor, hermanos. ¡Dios ha querido quedarse con nosotros! ¡Nos Ama tanto que permite que le comamos para nuestro bien! ¡Nos Ama tanto que se arriesga a ser profanado, a que le traten como un vulgar trozo de pan!(Como lo trató aquella mujer)  ¡Nos ama tanto que se arriesga a ser vomitado y caer en el suelo! (Como le pasó accidentalmente a este niño).
Nos Ama y se queda ahí, aunque no le saludemos con genuflexión, no le adoremos, no hablemos con Él, no le  demos gracias por nada.... Porque se queda esperando a que abramos nuestro corazón y nos dejemos inundar por Él.