lunes, 31 de enero de 2011

"Bienaventurados seréis cuando..."


"En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: 
"Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."

En España acabamos de comenzar el lunes.
Antes de acostarme me gustaría comentar un poquito el Evangelio de este domingo.
Es interesante el modelo que el Señor nos propone. 
Los que hoy nos dice el Señor que son "Dichosos" es todo lo contrario al modelo de triunfador que tenemos. Jesucristo dice que es Dichoso el pobre, el perseguido, el que reclama justicia, el que piensa y mira bien a los demás... Todo lo contrario al que quiere ser rico en el mundo actual.

Pero nosotros, los cristianos, tenemos que ser distintos al mundo de hoy en día. Tenemos que buscar conseguir riquezas, sí. Pero riquezas en el cielo.

Las Bienaventuranzas y los Diez Mandamientos deben de ser nuestra guía para llegar a esa riqueza.
Somos dichosos cuándo se rían de nosotros porque mantenemos firme nuestra creencia cristiana. 
Somos dichosos cuándo somos humildes y generosos. 
Somos dichosos cuándo no somos perezosos y trabajamos por hacer de este mundo, un mundo mejor.
Somos dichosos cuándo miramos bien a los demás, sin sentimientos de envidia, soberbia, lujuría...

Por supuesto, nada bueno podemos hacer sin la ayuda de Dios.
Tenemos que dejar que su Voluntad se haga en nosotros. Tenemos que tener una buena relación con Dios.

Esta semana me voy a proponer:
- Hacer más oración.
- Confesarme cuánto antes.
- Procurar tratar mucho mejor a los que están a mi alrededor.
- Abandonar la pereza.
- Repetir, repetir y repetir
¡Señor, aquí estoy para hacer tu Voluntad!

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