domingo, 30 de enero de 2011

"¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!"

Comienzo este blog, con esta frase que Juan Pablo II pronunció al comienzo de su Pontificado.
Cuando dejamos que Cristo entre en nuestra vida, todo cambia para mejor. Somos más felices, no tenemos miedo, porque ¿Si Dios con nosotros, quién contra nosotros?

Aquí un soneto de Lope de Vega:

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
 
¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
 
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!
 
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos -respondía-
para lo mismo responder mañana!
El Señor nos espera, porque nos ama, porque nos quiere, porque día y noche está pendiente de nosotros. Él no necesita de nosotros, pero nosotros sí necesitamos de Él.
Tenemos que dejar que su Voluntad se haga en nuestra vida. Tenemos que buscar imitarle. Tenemos que abrirle, no podemos esperar más, ¡Abramos de par en par las puertas a Cristo!.

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